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Camila Ogallar- Uno de mis primeros recuerdos de mi infancia son los juegos que partían de mi imaginación. Casas hechas con palos, muñecos que se convertían en mis alumnos y así mucho más. Podía crear un reino o una casa de familia, todo desde la imaginación. Dependía de si me levantaba con ganas de ser reina o de ser una mama. La imaginación era mi fuente de diversión.
Los tiempos cambian y odio las comparaciones, pero creo que es fundamental que los niños se aburran para desarrollar su imaginación, para crear juegos y personajes a partir de su mente, para ejercitarla. No es bueno que todo sea fácil. Que tengan todos los juguetes que quieran. Que todo esté al alcance de sus manos, porque esa no es la vida real. Entiendo que no hay nada más gratificante que sorprender a un hijo con el juguete que tanto querían. Pero lo ideal es que sea por una ocasión especial.
También es fundamental fomentar la lectura a los chicos para que abran su mente. Y los niños aprenden a partir del ejemplo, por lo que es importante que, si queremos que lean, que nos vean leer. Así con todo.
En la actualidad los niños están inundados de tecnología, de distracción constante, de diversión fácil, pero de corta duración. Sin embargo, los menores necesitan tiempo de ‘no hacer nada’, para imaginar y perseguir sus propios procesos de pensamiento o simplemente observar el mundo que los rodea. Eso hace que se alimente la imaginación, mientras que las pantallas hacen todo lo contrario.
Puede sonar raro que los niños deban aburrirse, pero si dejamos que tengan esos momentos, van a lograr tener sus mejores ideas o que con simples cosas como una botella de plástico o una caja, pueden crear un nuevo mundo.
También lo ideal es reservarnos tiempo para dedicarnos puramente a jugar con ellos, apagar celulares y que lo único que importe sea compartir tiempo de calidad.
Sé que es difícil. Que a veces estamos cansados y lo más fácil es acercarles un ipad y que no nos pidan más nada. Pero ¿qué recuerdos le van a quedar a nuestros hijos?
Hay modas nuevas constantemente. Distintos juguetes y electrónica que todos tienen que invaden las casas y colegios rapidamente. La última moda son los spinner, que son ruedas giratorias de tres brazos que ya han copado colegios de Estados Unidos y Europa. Vienen con el slogan que “ayuda a desestresar a los chicos”. La pregunta sería: ¿desestresarlos de qué? Los profesores se quejan porque dicen que, en vez de calmarlos, los distraen en clase. Para los padres es un negocio redondo: cuesta unos pocos dólares y se juega en silencio. Es una de las tantas modas que duran un tiempo y a los pocos meses ya nadie se acuerda.
En conclusión, cada vez hay más distracciones para nuestros hijos, pero es tarea de los padres encontrar el equilibrio. Personalmente creo que todos los extremos son malos, no hay que prohibirles, ni tampoco dejar que ellos elijan todo, lo difícil está en encontrar el punto medio. Que formen parte de lo que los rodea, pero que nunca se olviden lo que realmente es importante. Y es difícil, pero ¿quién dijo que ser padres era una tarea fácil? Porque lo mejor de la vida conlleva esfuerzo. Y sentir que estamos haciendo las cosas medianamente bien con nuestros hijos, es de las mejores cosas de la vida.
