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Reconocer nuestro propio racismo: Un primer paso en la lucha contra este problema estructural de la sociedad estadounidense, aseguran expertos

Leah Carlson- La respuesta a qué significa ser latino en Estados Unidos es compleja. La comunidad latina que vive en Estados Unidos proviene de países cultural y geográficamente distintos, con historias de colonización diferentes. “La identidad de los hispanos estadounidenses es multidimensional y polifacética”, asegura un estudio del Pew Research Center.

Además, un análisis del efecto de la raza y color de la piel en la salud de los latinos, publicado por la National Library of Medicine, asegura que la identificación racial puede estar influida por la generación de cada persona en Estados Unidos, los años viviendo en el país, el nivel de aculturación y la preferencia lingüística, entre otros aspectos.

Para Cat Cardenas escritora y fotógrafa latina de San Antonio, “ser latino es intentar constantemente dar sentido a las contradicciones que fluyen en nuestras líneas de sangre, tras siglos de mestizaje y el legado del sistema de castas español, que relegó a los cuerpos negros e indígenas a los escalones más bajos de la sociedad”. Esto lo afirmó en un artículo publicado en el medio Texas Monthly sobre los intensos debates suscitados a raíz de movimiento #BlackLivesMatter

Según esta publicación, las discusiones en todos los ámbitos abordaban aspectos como los cánones de belleza eurocéntricos y la infrarrepresentación de los latinos negros en los medios de comunicación, tanto en inglés como español, y el colorism (acrónimo formado a partir de las voces color y racism que se viene utilizando desde que lo mencionara en 1983 la escritora Alice Walker para referirse al prejuicio o discriminación contra individuos con un tono de piel oscuro, generalmente entre personas del mismo grupo étnico o racial).

Para la profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Iowa Angela Onwuachi-Willig la forma en que las personas perciben su identidad racial puede cambiar con la experiencia y el tiempo, y no sólo para quienes son multirraciales, sostiene la catedrática. “Una persona que podría ser clasificada como negra en Estados Unidos podría ser considerada blanca en Brasil o de color en Sudáfrica”, agrega en un artículo publicado en el New York Times.

Sin embargo, para Onwuachi-Willig los significados sociales, políticos y económicos de la raza, o más bien de la pertenencia a determinados grupos raciales, no son fluidos. “Los significados raciales para los grupos no europeos han permanecido estancados. Para ningún grupo esta realidad ha sido más cierta que para los afroamericanos”. 

Desafíos de la comunidad afrolatina

Según el Pew Research Center, los latinos que se identifican como afrolatinos, afrocaribeños o afrodescendientes con raíces en América Latina son la cuarta parte de los latinos en Estados Unidos.

Información de la página web de la organización The Opportunity Atlas refleja que los latinos blancos están significativamente más cerca de los resultados de ingresos de los blancos que de los negros. The Opportunity Atlas responde preguntas utilizando datos anónimos que siguen a 20 millones de estadounidenses desde su infancia hasta mediados de la treintena. 

También, datos sobre la comunidad latina de la organización sin fines de lucro UnidosUS, evidencian que las escuelas con un 90% o más de estudiantes de color gastan $733 menos por estudiante cada año que las escuelas con estudiantes mayoritariamente blancos.

Asimismo, el estudio sobre raza y color de la piel en la salud de los latinos, publicado por National Library of Medicine, asegura que la categorización racial en los Estados Unidos expone a las personas a oportunidades y desventajas que pueden influir en sus resultados de salud. 

De hecho, según esta institución del gobierno federal, el peso de las disparidades de salud existentes entre los latinos puede ser más generalizada entre los latinos negros porque “pueden experimentar factores de estrés únicos debido al trato desigual que la sociedad da a las personas por motivos de raza”, se lee en el documento.

Además, según lo explica Eduardo Gamarra, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de Florida en un artículo publicado por la cadena NBC, existe un racismo  generalizado arraigado en latinoamérica que los inmigrantes pueden traer consigo cuando emigran. “La mayoría de nuestras sociedades son fundamentalmente racistas contra las personas de piel más oscura”, afirma Gamarra.

El artículo que muestra una serie de testimonios de jóvenes latinoamericanos en Estados Unidos que se enfrentan a los estereotipos de sus padres con relación a la raza negra, también cita al profesor de sociología de la Universidad de Miami, Jomills Braddock, quien sostiene que muchos inmigrantes llegan a Estados Unidos con una perspectiva cultural sobre los afroamericanos que ha sido exportada desde el propio país del norte frecuentemente basada en la cultura popular y, más recientemente, en las redes sociales.

“Es bastante comprensible que su conocimiento de los afroamericanos y de la experiencia afroamericana sea no sólo limitado”, asegura Braddock, “sino también sesgado de una manera particular que es desfavorable para los individuos afroamericanos y la comunidad afroamericana en esta sociedad.”

Sobre este tema, en un artículo de opinión de las activistas Stephanie Valencia y  Denise Collazo, suscrito por varias organizaciones de derechos humanos y activistas en general, se sostiene que las protestas del #BlackLivesMattter deberían servir como una llamada de atención más sobre “la insidia de la anti negritud integrada en el tejido de nuestra sociedad”. 

“No nos hemos enfrentado al racismo contra los negros que existe en nuestra propia comunidad (…) Muchos en nuestra comunidad se benefician del privilegio o la ilusión de la proximidad a la blancura, sin reconocer la profundidad de nuestra propia diáspora africana”, agregan las autoras.

El artículo titulado “Los latinos debemos reconocer nuestro propio racismo, luego debemos comprometernos a combatirlo” asegura que la vía hacia la curación de las heridas que ha infringido el racismo comienza con el reconocimiento. “Después debe venir la acción”, puntualiza.

Sin embargo, para Onwuachi-Willig aunque hace más de 50 años el Congreso promulgó la legislación contra la discriminación más completa de la historia, la Ley de Derechos Civiles de 1964, el futuro no es muy prometedor. “Medio siglo después siguen existiendo las mismas brechas de desigualdad racial o se han profundizado”. 

“Hoy en día, la tasa de desempleo de los afroamericanos sigue siendo más del doble que la de los blancos, las escuelas públicas están más segregadas ahora que en la década de 1950 y los jóvenes negros tienen 21 veces más probabilidades de ser tiroteados y asesinados por la policía que sus compañeros blancos. ¿Dónde estaremos dentro de 50 años? ¿Hace falta que responda a esa pregunta? Definitivamente no será en una sociedad post-racial”, puntualiza la estudiosa.

Y aunque el artículo de la cadena NBC citado arriba evidencia con testimonios como las generaciones latinas más jóvenes están hablando con sus padres sobre el racismo estructural, uno de los testimonios que recoge es el del joven de 18 años Jeremy Pérez quien se cuestiona la idea de que sean sólo las generaciones mayores las que necesitan replantearse sus puntos de vista sobre el legado del racismo y la discriminación.

“He visto algunos mensajes de texto de grupo realmente f—– up con cosas que les parecen graciosas sobre la raza, las mujeres y algunas cosas estúpidas. No creo que mi generación sea woke como a todos os gusta decir”, dijo Pérez. “Creo que sólo tenemos que predicar con el ejemplo y tratar de seguir hablando entre nosotros” , concluye. 

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