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Leah Carlson- En un trabajo publicado por la organización NiemanLab, la periodista panameña Gretel Kahn examina, a través de la mirada de tres expertos en verificación de hechos (fact-checking), cómo los latinos se convierten en objetivo clave de la desinformación en las elecciones de EE.UU. El artículo fue publicado originalmente por el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo.
Kahn explica que con un estimado de 36,2 millones de latinos con derecho a voto en 2024, frente a los 32,3 millones de 2020, esta comunidad constituye el mayor grupo minoritario del país con un peso significativo en su futuro, ya que muchos viven en estados disputados como Florida, Arizona, Nevada y Georgia.
Asegura además, que los votantes estadounidenses acudirán a las urnas el 5 de noviembre en las primeras elecciones presidenciales desde el auge de la Inteligencia Artificial generativa que es capaz de generar texto, imágenes, vídeos u otros datos. “Es posible que el público se vea expuesto a audio, imágenes y vídeos creados con Midjourney, DALL-E, ChatGPT y otras herramientas”, subraya la periodista.
Los hispanohablantes también se encontrarán con formas más tradicionales de desinformación, que suelen basarse en información veraz hilada, tergiversada, recontextualizada o reelaborada por activistas y partidarios con el objetivo de reforzar las narrativas de los partidos,agrega Kahn.
Una de las expertas que Kahn consultó es Tamoa Calzadilla, Jefa de Redacción de Factchequado, un medio digital de verificación de hechos que se centra en la desinformación en español en Estados Unidos.
Narrativas que se aprovechan de las comunidades latinas
La experta asegura que los latinos de Estados Unidos no son un grupo monolítico de votantes y explica que las diferentes narrativas se dirigen a diferentes comunidades dependiendo del lugar de origen. “Yo vivo aquí en una comunidad en Miami con muchos venezolanos y muchos cubanos que tienen miedo a las dictaduras y al socialismo. Algunos grupos conspirativos lo saben y lo usan para asustar a la gente”, subraya Calzadilla.
Kahn cita como un buen ejemplo de esto un anuncio de campaña en YouTube, creado por la campaña de Trump en 2020, que afirmaba falsamente que el Gobierno venezolano apoyaba a Joe Biden. “Según la sala de redacción sin fines de lucro ProPublica, el vídeo fue visto más de 100.000 veces en Florida en los nueve días previos a las elecciones presidenciales de 2020. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, no apoyó a ninguno de los candidatos. Pero algunos votantes pueden haber creído lo que vieron”, puntualiza Kahn.
Según Kahn, otras narrativas que se aprovechan de las comunidades latinas tienen que ver con la inflación (dirigida a argentinos y venezolanos), el aborto y los derechos reproductivos (la mayoría de los latinoamericanos son católicos) y la sombra del fraude electoral o las elecciones amañadas (algo que ha ocurrido en el pasado en Honduras, Nicaragua, Ecuador y muchos otros países).
Datos de la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense de la Oficina del Censo, citados por Kahn, informan que más de 15 millones de hogares estadounidenses son hispanohablantes, y al menos tres millones de esos hogares tiene “dominio limitado del habla inglesa”.
“Este tipo de desinformación va dirigida a la comunidad latina que no habla inglés”, dice Calzadilla en el artículo. “Entendemos que los hispanohablantes en Estados Unidos son más vulnerables que otros porque no tienen las mismas fuentes (que los angloparlantes) para informarse”, resalta.
Otro de los expertos consultados por Kahn es Sam Woolley, director del laboratorio de investigación sobre propaganda del Center for Media Engagement de la Universidad de Texas, una organización que ha trabajado con múltiples y diversas comunidades latinas en todo EE.UU. y que analiza cómo este segmento de la población está expuesto a contenidos manipuladores.
Woolley también está de acuerdo con que muchas de las campañas están dirigidas a subsectores específicos de la población latina en zonas geográficas concretas y hablan de temas que son específicamente relevantes para esas comunidades.
Sin embargo, según Calzadilla, algunas narrativas trascienden las subcomunidades para dirigirse al electorado hispanohablante en general. La experta cita como una de las más relevantes el supuesto fraude electoral de 2020 y la llamada invasión de inmigrantes ilegales.
También Ronny Rojas, director de Tverifica, iniciativa de verificación de hechos de la cadena de televisión Telemundo, está de acuerdo. Citado por Kahn, asegura que ha visto a menudo mensajes sobre inmigración, incluidos algunos que utilizan datos falsos o engañosos, para establecer un vínculo entre el aumento de la inmigración y la criminalidad.
Kahn asegura que aunque muchos latinos en Estados Unidos son inmigrantes o proceden de familias inmigrantes, muchos se oponen a lo que consideran “la avalancha de inmigración ilegal procedente de la frontera sur”.
“Hay mucho rechazo, al menos en una parte de la comunidad latina, hacia este tipo de inmigración. Lo estamos viendo ahora porque el tema de la migración se ha convertido en un punto central de esta campaña”, subraya Rojas.
Demócratas, republicanos y desinformación
Según Calzadilla, los republicanos no son necesariamente más propensos que los demócratas a difundir desinformación a los latinos, pero lo hacen de formas diferentes. La experta afirma que es más frecuente que los demócratas omitan información que les hace quedar mal o exageren cifras que les hacen quedar bien, mientras que es más frecuente que los republicanos hagan referencia a teorías conspirativas.
Woolley está de acuerdo en que ambos partidos utilizan diferentes tácticas en las redes sociales para tratar de manipular a la opinión pública. Además, considera que la estrategia general de los demócratas es el uso de grupos coordinados de influencers políticos a los que se paga para que improvisen en torno a un guión sin ofrecer mayor información ni datos. Aunque los republicanos también emplean campañas coordinadas de personas influyentes, están más dispuestos a utilizar botnets y desinformación para influir en la opinión pública, escribe Kahn.
Según información en línea, la palabra botnetse deriva de la mezcla de las dos formas distintas “robot” y “red” y suele tener una connotación negativa. Botnet se refiere a un grupo de dispositivos conectados a Internet, cada uno de los cuales ejecuta uno o más bots. Las redes de bots pueden utilizarse para robar datos, enviar spam y permitir al atacante acceder al dispositivo y a su conexión, entre otros objetivos.
IA: “Propaganda computacional en esteroides”
Según Kahn, Woolley y sus colegas del Center for Media Engagement llevan desde 2012 rastreando lo que denominan propaganda computacional (bots, algoritmos y otras formas de automatización). Aunque las campañas de desinformación impulsadas por bots que vieron en 2016 eran rudimentarias y repetitivas, aun así consiguieron manipular algoritmos y difundir contenidos falsos y dañinos durante la campaña.
Como científico social que lleva años estudiando la manipulación computacional en la esfera política, Woolley a menudo tiene problemas para identificar las imágenes que han sido manipuladas por la IA, dice Kahn. “Si los expertos no pueden distinguir entre el contenido creado por IA, ya sean imágenes, texto o vídeos, y el que no lo es, ¿qué esperanza tienen los votantes comunes?. Lo que hace la IA generativa es poner la propaganda computacional en esteroides. Con la IA generativa, las campañas no solo se amplifican en mayor medida. También son mucho más persuasivas, y mucho más complejas”, asegura Woolley.
Kahn relata que una de las iniciativas de fact-checking de Tverifica de Telemundo es un canal de WhatsApp en el que pueden comunicarse directamente con su audiencia. Este servicio también permite a los usuarios enviar al equipo ideas para historias, así como imágenes y documentos que quieren que verifiquen, dice.
Ronny Rojas, director de la iniciativa, asegura en el artículo que la mayoría de los contenidos que se ven circular son imágenes generadas por IA, algo que no existía en ciclos electorales anteriores. También explica que circula masivamente contenido visual de todo tipo y cita el ejemplo de las imágenes de una especie de gato recién descubierta con un patrón de pelaje vibrante “que han sido compartidas al menos cientos de veces en la red social Facebook y vistas miles de veces en la plataforma TikTok, aunque este gato no existe y sus imágenes se generaron mediante IA, miles de personas lo han compartido y comentado creyendo que es real”, afirma.
“Si lo analizas, lo que se genera es una falsa creencia en la existencia de una raza de gatos que es falsa y si empiezas a juntar todas estas publicaciones falsas, estas imágenes que están llegando, que la gente está viendo, de repente te das cuenta de que una parte importante de la información que consume la gente es falsa, es inexistente. Así que, al final, esto genera una base de conocimientos falsa”, agrega Rojas.
Para Calzadilla es preocupante que en el primer proceso electoral en pleno auge de la IA generativa se haya empezado a ver cómo las campañas electorales están utilizando la IA para engañar a la gente sin ninguna transparencia sobre la tecnología que utilizan.
A mediados de febrero, varias empresas tecnológicas, entre ellas OpenAI, Meta, Google, TikTok, Microsoft y Amazon, firmaron un compromiso en el que se comprometían a luchar contra la creación y difusión de contenidos generados por IA que interfirieran en las elecciones de todo el mundo. Pero, según Kahn, su compromiso carece de detalles sobre cómo lograrán este objetivo.