ESPACIO PUBLICITARIOspot_img

Artículos Relacionados

Contaminación ambiental de antigua fábrica de misiles amenaza a comunidades de Burlington

Foto: Lisa Sorg, NC Policy Watch

Lisa Sorg, Leah Carlson- Esta reliquia de la Guerra Fría se encuentra entre dos docenas de edificaciones esparcidas a lo largo de los 22 acres de la Planta de Misiles del Ejército Tarheel  en Burlington Este. En las décadas 50 y 60 la compañía Western Electric condujo investigaciones ultra secretas para el Ejército en este lugar.

Las investigaciones para el desarrollo de sofisticados sistemas de guía para misiles Nike requerían que los trabajadores manejaran peligrosos químicos. Con el paso del tiempo estas sustancias se derramaron y filtraron en el terreno. Fueron vertidas en los sumideros y desechadas en las alcantarillas.

Cincuenta años después de que el Ejército suspendiera el programa de misiles Nike, la planta, que alguna vez fue motivo de orgullo para la ciudad, es ahora una vergüenza tóxica.

Foto: Lisa Sorg, NC Policy Watch

Más de 15 mil páginas de documentos gubernamentales y decenas de entrevistas revelan una exasperante historia de fracaso e injusticia medioambiental. Desde mediados de los 90 el Ejército ha gastado $2 millones para la limpieza de las instalaciones, pero aún quedan cantidades incalculables de peligrosos contaminantes, tanto fuera de las instalaciones como en el vecindario.

La solución permanente se ha estancado debido  al déficit de presupuesto, la burocracia, disputas entre contratistas, sistemas de tratamiento inefectivos y falta de atención.

Las consecuencias medioambientales las ha sufrido un vecindario predominantemente latino y afroamericano en Burlington Este. La planta colinda con seis edificaciones dúplex y dos casas familiares. Frente a las instalaciones hay otra media docena de viviendas dúplex. Y al menos otras seis casas están dentro de la trayectoria de aguas subterráneas contaminadas.

“No han hecho nada. Nada” asegura David Spruill, que ha vivido desde 1993 a tan sólo 30 pies de distancia, detrás del Edificio 16.

Según registros estatales, solventes cancerígenos han contaminado el terreno, el aire, el agua subterránea y la planta. Han penetrado el suelo, se han filtrado bajo las casas cercanas y han contaminado un arroyo del vecindario que eventualmente alimenta el Río Haw. 

Según los registros estatales, dentro del edificio, al que se puede ingresar fácilmente a través de un hueco en la cerca, “hay fragmentos de vidrio, madera, ladrillos sueltos, enormes barriles vacíos, escombros, no hay electricidad y a las edificaciones no entra la luz natural”, además, “los vecinos del lugar informan la presencia de invasores”.    

Debido a que la mayor parte de los arrendatarios sólo permanecen un promedio de dos a tres años en el lugar ignoran la historia de la planta o las amenazas medioambientales presentes. Una familia incluso pensó que se trataba de un antiguo hospital. 

El representante Ricky Hurtado, cuyo distrito incluye Burlington Este, declaró que recorrió el vecindario durante su campaña. “Mucha gente desconocía el contexto total del lugar donde vivían”, aseguró.

La intrusión de vapores es la mayor amenaza que enfrenta el vecindario. Esto ocurre cuando los vapores químicos de solventes, como el percloroetileno (PCE) y el tricloroetileno (TCE), migran del agua subterránea contaminada a través del suelo hacia los sótanos o cimientos de los edificios. 

Los registros de muestras de la planta evidencian que las lecturas de los vapores dentro de las edificaciones cerca del perímetro de la propiedad excedían, en cientos de veces, los niveles máximos permitidos.  

Pero hasta ahora el aire interior de ninguna de las casas del vecindario ha sido sometido a pruebas.

Esto es importante porque, según datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Carolina del Norte, las tasas de cáncer, fallecimientos infantiles y hospitalizaciones por asma en los vecindarios más cercanos a la planta están por encima de la media del estado. 

“Estamos monitoreando algunas de las aguas subterráneas, pero ¿estamos monitoreando la salud de la comunidad?”, dijo Hurtado. “Tenemos que hacer todo lo posible”.

Una vocera aseguró que el Departamento de Salud del Condado de Alamance, ubicado a una cuadra del Edificio 16, no ha realizado ningún estudio sanitario a quienes viven más cerca de la planta.

Aunque el Ejército es responsable de la contaminación subterránea, David Tsui de Chapel Hill, un propietario privado, es el responsable de los problemas en la superficie.

Tsui no respondió a múltiples solicitudes por correo electrónico para la realización de una entrevista. Tras ser contactado vía telefónica, dijo a Policy Watch que estaba ocupado, pero que devolvería la llamada. Nunca lo hizo. 

Durante el tiempo que ha sido propietario, la planta ha continuado deteriorándose y presenta serias amenazas para la salud pública.

Hardin Watkins, gerente de la ciudad, aseguró a  Policy Watch que se trata de “un ancla negativa que impide el crecimiento de esa parte de la comunidad”. 

Por su parte, Peter Bishop, director de desarrollo económico de la ciudad, agregó que “a medida que pasan los años el ancla se hace más pesada”.

El Edificio 16, cercano a varios hogares, ha plagado durante mucho tiempo el vecindario Hilton Road. Cuando cae la lluvia el agua se derrama desde la estructura de tres pisos e inunda los patios de las casas adyacentes. La fría sombra de la edificación se cierne sobre cuatro casas que están a sólo 40 pies de distancia.

Las ratas fueron lo peor, aseguró un residente de las cercanías.

Tsui empleó a contratistas para demoler varias estructuras, pero sin los permisos requeridos. La demolición no sólo potencialmente lanzó al aire peligrosas sustancias, sino que espantó a las ratas que desfilaron en su patio, lugar de juego de sus nietos.

Pocos meses después, durante un recorrido por la propiedad para tener una idea de la potencial limpieza, los contratistas de Tsui hallaron docenas de barriles de 55 galones. Según sus etiquetas, algunos contenían sustancias peligrosas. Muchos no estaban identificados y estaban llenos de “productos desconocidos”. En tres edificaciones, varios barriles yacían de lado con su contenido filtrándose al concreto.

Investigadores estatales advirtieron a Tsui que ahora existía el peligro de un incendio porque algunos de los líquidos hallados eran inflamables. Las pruebas realizadas evidenciaron que muchos de los barriles contenían niveles altísimos de una docena de químicos cancerígenos. 

Los habitantes de Hilton Road están preocupados por las amenazas medioambientales, pero también temen ser desalojados si los investigadores encuentran contaminantes sobre o bajo sus propiedades.

“No me puedo ir”, afirmó una mujer cuyo patio está cerca de la planta, “¿A dónde iría?”.

Articulo original, completo con mas detalles: NC Policy Watch

articulos populares