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Cuba recupera su identidad: La huella indígena sigue viva en el ADN de los isleños

Alexis Quintar- Se ha creído que la llegada de los primeros conquistadores a Cuba habría causado uno de los hechos más tristes que le tocó vivir a los habitantes de la isla, ya que muchas versiones confirman que el desembarco de los colonizadores españoles generó la extinción de muchos de sus habitantes. Algunos científicos aseguran que este suceso hizo que el ADN indígena se extinga por completo y solo quede una mezcla de razas entre las cuales están la española, africana y china. No obstante, una reciente investigación sobre el ADN de los cubanos reveló que la sangre india aún sigue viva.

Hay que mencionar que varias investigaciones hechas por arqueólogos mostraron que, en el año 1.510, cuando Diego de Velázquez arribó a la zona de Baracoa para comenzar la conquista, los indígenas cubanos eran alrededor de 112.000. Este número descendió bruscamente cuando en los primeros años los conquistadores mataron de forma indiscriminada a los aborígenes que, según ellos, eran rebeldes, sumado a las nuevas enfermedades que trajeron de Europa, los suicidios, entre muchas otras causas, forjaron que en 1.570 solo quedarán 3.000 aborígenes originarios, entre los cuales la mayoría eran mujeres. Al revelar cómo era la situación que vivían las mujeres, el historiador y arqueólogo cubano Manuel Rivero de la Calle comentó: “Fueron acaparadas por los inmigrantes españoles, hombres en su absoluta mayoría”.

El etnólogo cubano Fernando Ortiz, en su ensayo titulado “Los Factores Humanos de la Cubanidad” explicó a la perfección cómo fue la llegada de los conquistadores a inicios del siglo XVI. En este sentido, Ortiz manifestó: “Fueron dos mundos que recíprocamente se descubrieron y entrechocaron. El impacto de las dos culturas fue terrible. Una de ellas pereció, como fulminada. Los indios se extinguieron. Se decía hace poco que aún quedaban algunos, aunque mestizados, por las sierras de Santiago y de Pinar del Río; pero nada científicamente puede asegurarse”.

En el mismo orden de información, la doctora Beatriz Marcheco, directora del Centro Nacional de Genética Médica, dirigió una investigación, la cual estableció que un 70 % de la información genética proviene de los europeos, un 20 % de los africanos y un 8 % viene de los primeros residentes de la isla. Cabe mencionar que el 2 % restante corresponde a chinos, quienes arribaron a Cuba en 1.847 para sustituir a los esclavos africanos. Dicha investigación analizó la muestra de 1.109 personas, las cuales fueron seleccionadas en 137 municipios pertenecientes a las 15 provincias, a quienes se le realizaron pruebas de ADN nuclear y ADN mitocondrial. A partir de este análisis se pudo establecer que el 34,5 % de las personas proviene, por vía materna, de un ancestro indígena.

Otro de los escritores que aseguran que la extinción de la sangre indígena era falsa, fue Alejandro Hartmann, el historiador baracoense, quien aseguró que, por ejemplo, en las montañas de Guantánamo había indígenas que vivían en comunidades y los cuales habían mantenido viva la cultura y las tradiciones. “Mi padre me llevaba de niño por el río Toa y recuerdo que me impresionó conocer a aquellas personas de piel cobriza, ojos achinados, pómulos salientes, que después supe que eran de las familias Ramírez, Rojas, Romero. A partir de aquellas primeras experiencias que despertaron en mí la curiosidad, tuve el privilegio de conocer y poder trabajar años después con el gran etnólogo Rivero de la Calle, que había hecho importantes estudios en algunas de esas comunidades indígenas”, expresó Hartmann.

Los orígenes no se deben olvidar

Hace un tiempo, el investigador Rolando Julio Rensoli habló de la poca importancia que dan los establecimientos escolares a todo lo relacionado con las raíces indígenas. “Desde las academias extinguimos a los indígenas en los libros de Historia de Cuba y, en la enseñanza primaria alegan la desaparición de su cultura en los años 40 del siglo XVI”, señaló Rensoli. Del mismo modo, el investigador sumó: “Otra evidencia de cómo se ha invisibilizado la cultura autóctona es la forma en que la historiografía ha ignorado sus movimientos de resistencia contra el coloniaje español. Hubo hombres y mujeres aruacas (nombre de los pueblos originarios cubanos) que enfrentaron con valor la dominación española. Cuando hablemos de la rebeldía cubana, no solo se debe mencionar a los cimarrones en los palenques, los vegueros canarios o los mambises, también hay que nombrar a la población indígena”.

En el libro “Cuba indígena hoy: rostros y ADN”, escrito por el investigador Alejandro Hartmann, la historiadora de Baracoa, Beatriz Marcheco, directora de Genética Médica, y el sociólogo Enrique Gómez, del CIPS, se habla sobre la existencia del ADN indígena en la actual población cubana. En dicho libro, un capítulo está plenamente dirigido a las contribuciones y hallazgos en el ADN.

“Ese capítulo que fue el que nos correspondió en este caso a los investigadores, tiene todos los resultados del estudio de ADN y un gran árbol genealógico, unido a fotografías tomadas en el transcurso de la investigación, de las tomas de las muestras y otras fotografías excelentes, dada la experiencia de estos fotógrafos con los que tuvimos la suerte de contar, que dan cuenta de cómo es la vida actual en esas comunidades, en el contexto de esas familias que son personas que viven en condiciones muy humildes, de pobreza diría yo”, esto fue comentado en la presentación del libro, el 15 diciembre 2022, en el Palacio del Segundo Cabo.

Del mismo modo, en dicha presentación, los investigadores aseguraron: “Es sorprendente confirmar, al reunir las fotos, que algunos tienen atributos físicos muy característicos de algunos grupos autóctonos y su porcentaje de amerindio en el ADN no es tan elevado, mientras que otras personas con un porcentaje elevado poseen menos atributos físicos. Reflejamos de cada persona, cuánto tenía de ancestros africanos, cuánto de ancestros europeos y cuánto de ancestros amerindios y asiáticos”.

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