Foto: Gage Skidmore
Alexis Quintar – Desde su primer día en el cargo, el presidente electo Donald Trump ha dejado claro que planea sacudir el tablero en lo que respecta al comercio internacional con la imposición de aranceles sustanciales a los tres socios comerciales más importantes de Estados Unidos: México, Canadá y China. Con la promesa de un arancel del 25% a las importaciones de México y Canadá, y un 10% adicional a los bienes provenientes de China, el líder republicano asegura que esta medida será clave para abordar problemas como la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y la competitividad económica.
Detrás de estas decisiones, se esconde un debate complejo que involucra política, economía y una visión cada vez más proteccionista del comercio internacional. Sin embargo, los desafíos que enfrentará en la implementación de estas medidas son considerable, puesto que las tensiones con estos socios comerciales y el aumento en los costos para los consumidores podrían limitar el alcance de estas políticas.
¿Por qué México, Canadá y China?
En el episodio de Capitol Gains, Rick Newman, columnista principal del programa, comentó que la estrategia de Trump apunta directamente a los mayores socios comerciales de Estados Unidos porque es ahí donde reside el gran peso económico. En este sentido, México, Canadá y China representan las principales fuentes de importaciones del país, y por ende, cualquier medida que altere esta dinámica tiene un impacto significativo. En este sentido, el periodista señaló: “Estoy realmente intrigado por el hecho de que a los votantes no parece importarles, tanto que Trump quiera básicamente aumentar el costo de los bienes que compran todos los días”.
Más allá de lo económico, Trump vincula estos aranceles con la seguridad nacional y eso quedó claro en su reciente publicación en Truth Social, donde afirmó: “¡Este arancel permanecerá en vigor hasta el momento en que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los extranjeros ilegales detengan esta invasión de nuestro país! Tanto México como Canadá tienen el derecho y el poder absolutos para resolver fácilmente este problema que se ha venido gestando desde hace mucho tiempo. Por la presente, exigimos que usen este poder, y hasta el momento en que lo hagan, ¡es hora de que paguen un precio muy alto!”. Esta retórica, que mezcla comercio con control migratorio, ha generado un amplio debate sobre si los aranceles son realmente una herramienta eficaz para abordar estos problemas.
El proteccionismo: ¿Quién gana y quién pierde con los aranceles?
Históricamente, los aranceles han sido utilizados como una herramienta para proteger las industrias nacionales frente a la competencia extranjera y al encarecer las importaciones, se busca favorecer a los fabricantes locales y castigar a países que realizan prácticas comerciales consideradas injustas. No obstante, los economistas advierten que esta estrategia tiene un alcance limitado en la economía moderna y eso quedó en evidencia en el impacto de los aranceles impuestos por Trump en 2018 sobre el acero importado.
Recordemos que con esta medida se esperaba que la industria acerera estadounidense vuelva a activarse, pero el empleo en el sector se mantuvo prácticamente sin cambios, y para el colmo los consumidores y las empresas que precisan el acero en su día a día enfrentaron costos bastante altos esta materia prima. Además, las represalias de países afectados por estos aranceles, como China y la Unión Europea, han generado perjuicios adicionales, puesto que las exportaciones estadounidenses de soya, cerdo y otros bienes agrícolas han sido duramente golpeadas, afectando principalmente a los agricultores y trabajadores rurales.
Si bien los aranceles buscan salvaguardar empleos y fomentar la producción nacional, los estudios sugieren que sus beneficios son, en el mejor de los casos, marginales. Por ejemplo, los aranceles no lograron aumentar el empleo en el sector manufacturero estadounidense, pero sí causaron represalias económicas y aumentos en los costos de los productos básicos.
Sin embargo, desde una perspectiva política, los aranceles han resultado beneficiosos para Trump. En regiones industriales y estados con alta dependencia manufacturera, como Carolina del Norte y Tennessee, estas medidas aumentaron el apoyo al expresidente y a los candidatos republicanos, lo que demuestra su eficacia como herramienta política más que económica.
Los aranceles de Trump: alarma entre los economistas
La propuesta de Donald Trump de imponer nuevos aranceles a productos provenientes de México, Canadá y China ha despertado escepticismo entre los economistas, los cuales creen que estas medidas podrían ser más perjudiciales en vez de beneficiosas, tanto para los estadounidenses como para la economía global. A lo largo de los años, los aranceles han sido criticados, por el hecho de que son considerados ineficientes para la recaudación de fondos gubernamentales, y en esta ocasión no parece ser una excepción.
Carl B. Weinberg y Rubeela Farooqi, economistas de High Frequency Economics, fueron muy claros al dar su opinión sobre esta nueva medida, ya que advierten que sectores claves como la energía, la industria automotriz y los alimentos se verán particularmente afectados. En un reciente informe, señalaron: “Imponer aranceles a los flujos comerciales hacia Estados Unidos sin antes preparar fuentes alternativas para los bienes y servicios afectados elevará de inmediato el precio de los artículos importados. Dado que muchos de estos bienes son de consumo, los hogares se empobrecerán”.
Asimismo, los expertos aseguraron: “Imponer aranceles a los flujos comerciales hacia Estados Unidos sin antes preparar fuentes alternativas para los bienes y servicios afectados elevará de inmediato el precio de los artículos importados”. En un mundo cada vez más interconectado, las soluciones a problemas como la migración, el tráfico de drogas y el déficit comercial requieren nuevos enfoques que trasciendan la simple imposición de aranceles.
La pregunta ahora yace en si los Estados Unidos está dispuesto a sacrificar los beneficios del libre comercio en favor de un retorno al proteccionismo del siglo XIX. Mientras tanto, las consecuencias de esta estrategia seguirán siendo un tema fundamental en el debate económico y político global, dejando una gran pregunta en el aire: ¿Logrará Trump su objetivo de reestructurar el comercio internacional, o sus políticas tendrán consecuencias imprevistas para la economía estadounidense y mundial? Solo el tiempo lo dirá.